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jueves, 3 de julio de 2008

El club de la pelota

Otra de las cosas que tiene estar trabajando en la tesis desde temprano es que en algun momento del día surge un impulso semi vital de hacer algo más que moverse de la silla a la heladera. Entonces, toda clase de gym es bienvenida (siempre que quede a menos de 3 cuadras de casita y que no supere los 3 pounds). Ayer descubri la clase de las 8pm en el YMCA. No era como las del lunch-time en el salon de baile de arriba sino en un enorme gimnasio en los subsuelos. Al llegar me encontre con cinco señores jugando al futbol. "The fitness class?", inquiri esperando que me indicaran el salón de tu-tus. "Is here", respondio el que resulto ser el profesor y me dijo que me cambiara. Y yo que nunca tuve mejores zapatillas que mis zapatitos rojos le dije que estaba lista. Entonces me uni al circulo de la pelota y contribui a la entrada en calor como pude (sin manos, solo patear o cabecear era la consigna, ejem). Al rato llego una gordita alemana que respondia al nombre de Mary y respire ante la dudosa sensación de compañia de género. La clase continuó con correteares varios a lo largo de la cancha, abdominales en pareja y siempre con pelota, y un entrenamiento al menos dudoso interrumpido por juguetones empujones y bromas torpes entre mis compañeritos a los que yo asisti con sonrisas y casi divertida. Mi mision, no tan presuntosa al fin, estaba cumplida: sacudir un poco el cuerpito y renovar ideas, como quien dice. Cuando ya eran cerca de las 9pm, horario de fin de clase, el profe desplegó una red de voley. Partimos felices pasadas las 9 y 30, luego de un encendidísimo partido con pelota de plastico en el que me consagré heroína total de mi equipo (junto con un pequeño hombrecillo de edad avanzada, creo que un poco border, y calzas ajustadisimas). Totalmente encantadores ellos. La mejor fitness class del mundo.

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