mucho todo

domingo, 7 de octubre de 2007

Starbucks es robo

Es cierto F, de nada vale ocultarlo. El delito llegó a Londres. Al corazón del consumismo, a la placidez de la latte mediana que viene en tazón de Heidi, al lado de los brownies, de las barritas de cereal con chocolate y yogur y alguna porción imprecisa de delicias en serie. Sí, en pleno Starbucks, la cadena resistida por los vecinos unidos de Notting Hill con Hugh a la cabeza, la billetera de N fue sustraida por manos amantes de lo ajeno. Inmersos en las pequeñas desventuras del día, festejando compras en Primark, presos de un estado de ensoñación a pasos de la verdadera Bond Street, nadie reparó en el tipo de aspecto raro que F creyó prendado de sí o acaso de su campera de cuero. Hay que decirlo: la entereza anímica de N fue en un todo admirable. No hubo ataque de nervios, ni pataleos, no. Y eso que en la billetera había tarjetas de acá y de allá, dni, oysters, id cards, y una cantidad de pounds suficiente para desmoralizar a cualquiera. Hubo una zozobra más callada, más quieta, como un despegue. Y también claro, un vértigo de llamados a BA -- una verdadera cadena solidaria de madres, tías, euges-- y hasta una excursión a la estación de policía donde todo quedó ascentado como una simple pérdida. En fin, suerte que las compras ya estaban hechas y que siempre hay un lindo pub donde cheer up y, entre pints con papitas, improvisar un desfile de la temporada otoño invierno.

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